Los personajes, creados con agudeza observadora y lúcida indagación psicológica, alcanzan mayor vuelo que tu propia existencia. Una victoria de las leyes del deseo en la ordenación de la trama. Lujuria de estilo con destellos literarios dentro de un predominio coloquial de los diálogos.

La otra parte: una experiencia de vampirización lectora

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