En las sombras del lago

Londres, 26 de julio de 1888

Querido teniente Bradbury,

Lamento muy profundamente el reciente fallecimiento de su padre, Lord Bradbury, de forma tan inesperada, un hombre tan bueno y todavía joven. Sentimos, tanto Sandra como yo, un profundo desconsuelo y por ello le hago llegar mi más sentido pésame.

Estoy segura de que, pese a su juventud, no le faltará experiencia y vigor para afrontar los momentos de aflicción, de desasosiego. Con todo, las dos queremos darle nuestro afecto y calor en estas horas de compunción y le informo de que llegaremos mañana temprano para el sepelio. Nos hospedaremos en el balneario, en uno de los bungalows, junto al lago. Por suerte para mí, Sandra ha dejado de ser la niña díscola y rebelde que usted probablemente recuerda del último verano; no sabe en qué medida le agradezco la delicadeza que tuvo con ella. Le reconfortará saber que ya es una señorita, en todo su esplendor.

Estoy segura de que no tendrá inconveniente —Sandra me ha insistido en ello—, en acompañarnos unos días, le hará bien distraerse. Sandra y yo nos entregaremos para cuidar de usted, en todo lo que necesite. No dude de que, entre las dos, sabremos consolarlo de la mejor forma.

Siempre suya,

Katherinne B.


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